Entre cañas y juncos,
había dos patitos juntos,
eran jóvenes y enamorados,
siempre pegados a todos lados.
Pasaban todo el tiempo,
como dos conejitos,
su libre pasatiempo,
hacer más patitos.
El bosque estaba alterado,
¡qué escándalo¡,
¡silencio solicito¡
Una mañana pasaba por allí,
una pareja de la guardia civil,
detenidos y ante la jueza se los llevaron,
en el bosque no protestaron,
como siempre, llegaron para interrumpir.
Con el mazo bien alto, dijo la jueza,
que hacer patitos entre la meleza,
con tanta presteza,
era una proeza,
pero debían hacerlo con más delicadeza,
o bien irse más afuera,
y para que asentaran la cabeza,
la multa fue muy severa.
Moraleja:
Pato, no metas tanto la pata