Ruge el viento
en el horizonte salado,
un relámpago rasga la negrura,
silencio,
miro,
no hay gaviotas sobre el mar.
La tormenta me acompaña,
un vacío que exhibe sus alas,
alcanzando la arena,
la sal besa mis labios,
por la tierra transito,
mis pasos,
como olas atrapadas en un espejo,
camino, sin avanzar.
Cuando calla el cielo,
ruge la furia del mar,
un destello se ahoga,
se agrietan mis pensamientos.
en el silencio,
habita un lamento fugaz,
¿Quién añora mis lágrimas
en la profundidad del mar?