Me veo reflejado en tus ojos,
mi mundo al descubierto en tus pupilas,
donde me manifiesto indefenso, insignificante,
enfrentado a la inmensidad que proyectas
y me siento desnudo, tan diminuto.
El universo fluye ante mi,
y yo persiguiendo respuestas.
¿Cómo es posible, al solo mirarte,
extraviarme en un segundo?
Mi alma se entrega, enloquece,
se desvanece al instante,
allá donde el tiempo se extravía y detiene,
en esa mirada tuya, infinita,
que abraza todo mi ser
con tan solo atreverme a contemplarte.
Me ha gustado mucho,con poco dice mucho es fácil imaginar esa mirada.
Precioso, Francisco, te superas al anterior cada vez que escribes.