Tu amor fue una traición hábilmente urdida,
la monotonía de tus fríos labios
siempre fueron más escasos que tus promesas,
que ahora has entregado a otro
ocupando mi lugar en tu lecho.
No sé si eso me alivia el peso,
o si solo agranda la agonía en mi pecho.
Tal vez encuentre consuelo,
no hay pena que no se alivie con el tiempo.
Aunque el recuerdo de un amor fallido
quede encendido, yo desecho,
sin más, me despido y avanzo
hacia el siguiente extravío.
Tal vez, al saber que ya no eres mía,
encuentre alguna otra compañía
que me ofrezca consuelo,
en la certeza de tu perfidia
descansa mi despecho.