El sol se está yendo
calcinando un instante;
las sombras que ves
arrastrándome a otro lugar,
son mi lógica enjaulada
en una noche que se desviste
delante de un vidrio húmedo plateado.
Algunas veces
mi tiempo se ha reducido
a un momento en la memoria sin candados
miles de atardeceres
esperando a la madrugada.
Y entonces,
sin ser realmente libre,
me autocondeno a seguir buscando.
Ya no sé qué hacer
con los recuerdos que no se borran.
Tal vez el olvido nunca llega del todo,
solo se transforma en un cansancio sordo,
como en una ficción que he recreado
para darle compañía a mi vacío.
Quizás, en esa calma impostada,
haya alguna exhalación
que me libere de tu nombre.