Hay un pájaro solitario
que todas las mañanas,
me visita, a la misma hora,
cuando el alba empieza a clarear.
Golpea el cristal con sus alas,
como si no supiera
que llevo el día entero
esperando verlo llegar.
Con un gesto amable le abro la casa,
me sobra hueco en una silla vacía,
y le invito a pasar.
Pero prefiere el aire,
la baranda, su paisaje,
bajo la calma del sol,
me canta un poco,
y luego, con la brisa, se va.
Me recuerda a alguien
que me desvelaba al anochecer
y dejaba su sombra en la almohada.
Hay un pájaro en mi ventana
que me mira como si no quisiera mirarme
y me suelta plumas en el alma.
Cuando no viene,
me asomo a la calle
lo busco entre las migajas,
y me pregunto
si sueña con hallarme
o si se habrá olvidado de cómo llegar.
Me recuerda a alguien,
que se olvidó de volver,
y un día, sin adiós, ni miradas
se perdió por los caminos del aire
y ahora en mi balcón
el silencio abre sus alas al amanecer.
¡Pero qué bonito!
Hay gente que odia que se le comente un poema diciendo esto. Espero que no seas tú uno de ellos, pero es lo primero que me ha salido. Qué dulzura para retratar ese pajarillo imagen viva que aquello que no fue. Las imágenes, preciosas.
“el silencio abre sus alas al amanecer”. Chapeau!
Saludos.