Menú

20 años después

Después de tanto

tiempo esperándonos

sin saberlo,

seguíamos fingiendo

que no era el momento.

Porque dolía acercarse,

porque era pronto,

porque era tarde.

Ese temblor en los labios

cuando me sonríes,

cuando te sonrío,

y ese alzarse en voz

que nunca llegó.

Nos mentimos:

“Quizá aún…”

Aún no.

Pero no nos fuimos.

Porque estar callados

era nuestra forma

de no decirnos adiós.

Y, sin embargo,

como extraños,

menospreciamos el espacio infinito

entre dos cuerpos

y unos labios,

donde había sueños

que aún orbitaban vivos.

Hasta que un día,

nos miramos

sin huir.

Y por fin,

nos besamos.

Un beso que no olvidamos,

un beso que tardó

veinte años en llegar.

Porque al final

ya no teníamos miedo

de que fuera verdad.

Ahora lo sabes.

Ahora lo sé.

Ayer elegimos

que también nos daríamos cita

en la tregua del después.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio