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Tarde De Cumpleaños (experimental)


Hace ya mucho tiempo,
que no celebro mi propio
cumpleaños;
hoy fui a  festejar uno ajeno.
 
Las tardes de los domingos
tienen lo que tienen
cuando no se tiene
algo que hacer.
 
Setenta y un años,  orgullosa madre
y maestra  Baile,
tan modesta como las zapatillas
 a la base de, por sólo hoy, 
su entronizada silla.
 
En el centro del cumpleañero patio,
una mesa larga, vestida para la ocasión;
 cobijándonos bajo la sombra 
de un majestuoso olivo
que plantó su difunto marido,
recuerdo eterno de sus raíces, 
cuando la guerra les hizo abandonar Jaén.
 
Entre risas, copas y café, discurren
sobre cuál fue el  mejor momento
de sus vidas; unos que si los cuarenta y cinco
otros  que mejor a los cincuenta y tres.
Yo, me tapaba la boca, con un trozo de pastel
y me pensaba para mí:
“me quedo con mis treinta y seis.”

 

A esa edad,
siempre se habla de lo rápido que pasa la vida
y que la vida pasa tan rápido, que
el único intento que hacemos por conservarla,
es hablar  de los recuerdos y del pasado, 
como si eso sirviera para detener el tiempo.
Y sin embargo, el tiempo se detiene.
 
 
Da gusto pasar la tarde, en familia
y que rápido se pasa el tiempo
claro, con la familia de otro
Si fuese la nuestra, se pasaría lenta,
Mucho más lenta.
 
Refrescando ya la tarde,
brindis final
obsequio la Soberana, 
en pie, frente a su familia,
estirando su copa de cava.
Dio gracias por la compañía
y que otro año más a apuntar en la cuenta.
-a mi edad . . . la vida o te “ajamona” o te “amojama” 
que Dios os conserve en salud,
 que la mía ya está por pedir la cuenta,
allá arriba mi «marío» se impacienta
pero que me quiten lo “bailao”.

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2 comentarios en “Tarde De Cumpleaños (experimental)”

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