Camino hacia mi trabajo,
con mustio ánimo,
en ordenada monotonía,
mi andar es tan alegre,
constante y maquinal,
como el compás de un viejo reloj.
La ciudad a mi alrededor,
en su mundanal afán,
transita con urgencia,
como almas en penitencia,
orando por la fría acera.
Antes de llegar a mi destino,
cruzo un pequeño jardín,
flanqueado por modestos naranjos.
Siempre paso de largo
hoy fue diferente,
paré y miré cautivado:
las faldas de los troncos grises,
estaban enfundadas de blanco,
los pétalos se descolgaban flotando.
Empecé a palpitar,
como queriendo escapar,
el olor a azahar me retuvo.
Me acordé de ti,
allá, a lo lejos.
Sentí estar rodeado por tu aroma,
raíces atrapando el rocío en la distancia.
Me aferré al blanquecino terreno,
mis lágrimas se unieron en el suelo,
mezclándose con las flores,
que ahora me visten de tu recuerdo.
nuevamente hemos paseado contigo, disfrutado del olor de los naranjos y como no…casi llorado.muy bien!
nuevamente hemos paseado contigo, disfrutado del olor de los naranjos y como no…casi llorado.muy bien!