Ahí estoy,
lo sabemos,
sin decirlo,
sentado en el andén de tu piel
sin horarios,
donde todo se vuelve posible,
tan sencillo,
hasta que la espera
llega a doler.
Tus paradas,
tus latidos,
soy pasajero,
tuyos mis caminos.
No soy viajero,
ni supe serlo,
cuando ya te habías ido;
y no sé cómo llegar,
a la frontera de tu cuerpo,
ni a cuántas cicatrices estás de lejos.
Ahí estoy,
entre los raíles,
dudando,
yo no sé partir
si no es contigo.