Camino por esta tierra parda,
consternado y sin provecho,
esmerando cada una de las pisadas,
oteando el infinito paisaje bajo mis pies.
Camino entre verdes olivos,
silenciosos pacientes anclados,
esperando su turno de alagos.
Lisonjas obsequiadas con largas varas.
Arduo invierno nos aguarda,
fraguador de coplas y cicatrices,
que colma bolsillos fulanos
y vacía el aliento del menestero.
Verdoso y cobrizo futuro venidero
de esta tierra perenne y coloreada,
bendecida por olvidados dioses,
con gotas de sangre y lágrimas.