Dime que regresarás,
cuando de pie te espere
aferrado tras un cristal,
y mi mundo se quiebre.
Cuando mis ojos,
esculpidos por tu figura,
de lágrimas heridos, desborden,
y el dolor de la sangre me ciegue,
dime que regresarás.
Cuando mis latidos abandonen tu pecho
y mi alma perdida se consuma,
extinguida en otro deseo final.
Cuando ya no recuerdes mi nombre,
y mis dedos tracen en el viento
el mutismo prolongado de tu voz,
dime que regresarás.
Aunque sea en mis pensamientos,
entre la quietud de mis noches
y los gritos ahogados en mis sueños,
incluso si lo que digas no sea verdad,
dime que regresarás.