El alba quedó atrapada en tus ojos,
como un destello caprichoso
extraviado del primer amanecer.
Una aurora sin límites adormecida,
despertando cada día
el rincón más íntimo de mis sueños.
La noche empequeñece,
rindiéndose a tus pupilas,
y en cada nueva alba,
me convierto en prisionero de tu mirada,
al despertar reflejado en el espejo
que enciende mi vida en llamas.