Tardes tranquilas donde el sol se retira,
entre espirales de humo de un cigarro,
que se consume surcando
junto a las olas
suspendidas en el mar.
Al calor del consuelo de un café,
un viejo marinero, de rostro curtido,
de ojos brillantes y mil mareas,
murmura entonando perdidas canciones,
de lamentos, naufragios y viejos amores,
que en su arrugada piel tostada se han grabado
y su corazón fatigado, se esfuerza en olvidar.
Con cada mirar, perdido en el horizonte,
acaricia las velas de un barco imaginario,
de largas travesías y velas desgarradas;
cálidos vientos lo guían de vuelta a su hogar.
Pero el viejo marinero sabe que su alma,
está creada con los sueños de las olas de sal,
en la tierra, se siente extraviado…
olvidado,
y navega de nuevo entre recuerdos…
perdido,
que le aguardan a su llegada,
en la paz de su propio mar.
Me ha recordado la novela EL VIEJO Y EL MAR, de Ernest Hemingway, que tuve el placer de leer hace años.
Me ha gustado.
Es muy bonita Paco ,contiene mucho sentimiento.
Que bonito
mouuuuuuuuchas gracias 🙂