En mi ser,
soy mi propio atardecer,
adentrándome en el silencio
en un laberinto de pensamientos.
Las sombras que se alzan
son mías,
son las heridas
que brotan en mi piel.
Las luchas internas,
que enfrento,
mi vino y mi sed.
Tengo mil rostros,
un reflejo fragmentado
de lo que fuí
y busco ser.
Soy mi propia maraña,
como espinas entrelazadas
brotando entre mis raíces,
que perviven en la penumbra.
En mi ser,
persisto y lucho
hasta ver en mis manos
mis entrañas.
Entre tinieblas,
soy mi propia voz.