Escucho caminar tus pasos
con elegancia, sin lamento,
alejándose poco a poco en mi corazón,
como un eco en mi pecho confuso,
sin retorno,
que aún recuerda tu suave rostro,
trazando meticulosamente,
una a una las líneas
de las huellas de tus manos,
que perduran en mi piel,
y cada noche me pregunta,
por qué mis labios,
no quebraron el silencio,
y no supieron decirte adiós.