Eres feligrés en el templo
de tu propia soledad,
sagrado y aislado rincón,
donde buscas hallar,
la paz de los pensamientos,
que habitan en tu interior.
Tus palabras son como el incienso silencioso,
que se consume en la quietud nocturna cotidiana,
se elevan ceremoniosas,
perfumando el espacio de tu retiro.
Devoto de tu ritual monótono,
donde cada vela es una ofrenda,
un rezo,
una lágrima,
un suspiro.
La melancolía es tu guía,
un grito sereno,
en la penumbra de tu refugio,
donde se desvanecen los ecos del mundo,
las horas vagan sin rumbo,
las paredes guardan silencio.
y poco a poco, se apaga tu vida.