¿Habrá algún día inviernos sin invierno?
Es una estación
con la fea costumbre de helarnos la piel,
el frío se cuela como si supiera
exactamente dónde dolernos,
y todo alrededor parece estar con los ojos cerrados.
Se apagan flores y se encienden luces,
hastas los días se cansan y se hacen más cortos.
Imagina un invierno que no es un sueño
que se queda quieto tras despertar,
y no teme derramarse hasta fundirse sobre la tierra,
que un día mira por la ventana
y se duerme observando
cómo el hielo se disfraza de verano
y juega a derretirse antes de tiempo.
Pero las estaciones no saben de treguas,
y no olvidan su oficio.
Este invierno,
cuando las horas intenten recobrar el ritmo
y el horizonte se derrumbe en su torpeza,
buscaré tus manos,
al principio, apenas un roce,
y después, lentamente, hasta quedarme abismado
sobre largos amaneceres dorados.
Tu piel es el único lugar de esta estación
que aún me da calor,
donde el invierno nunca se atreve a respirar.