Hay más calor en mi melancolía
que en tus desdichados ojos,
marchitos párpados negros,
como hojas caídas en un funeral,
vagando perdidos en un océano
de coronas de flores en luto,
arrastradas por corrientes,
en medio de la oscuridad.
Y sin embargo, no puedo evitar
que esos apagados ojos me atrapen,
me consumen e incendian por dentro,
sabiendo que al final de tu mirada,
nacen las lágrimas de mi soledad.