Extraño la cadencia de tu boca contra la mía,
que con impaciencia aguarda tus besos imprudentes,
entregados con pasión, incrustados en mi piel.
Besos que persisten, desafiantes,
y nada los calla en cada intento,
labios en busca de un encuentro
que lamento no haber probado todavía.
Te extraño por los besos que nos prometimos dar,
besos inacabados que nos juramos sin aliento,
no por los besos que quedaron atrás,
como guardianes de la eternidad en tus labios.