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– LA TORMENTA

 Era una noche como cualquier otra en la vida de Álvaro, un joven aficionado youtuber con un canal de cine. Vivía alejado de la gran ciudad, le gustaba la tranquilidad y se había alquilado una casa en un pequeño pueblo en el campo. Sus seguidores lo conocían por su carisma y su amor por las películas retro y cine serie B, y a pesar de no tener una audiencia masiva, disfrutaba interactuando con sus seguidores en sus transmisiones en vivo desde su habitación, en el primer piso de aquella vetusta casa.

    Había decorado su rincón con pósters de clásicos del cine, con musas
como Ava Gardner y otras tantas estrellas de cine, estantes llenos de
cintas VHS, DVD´s y libros antiguos. Su ordenador, era su ventana al
mundo.

    La noche transcurría con normalidad mientras se preparaba para su
próxima transmisión en vivo. El reloj marcaba las horas y la
atmósfera en su habitación era relajada, como de costumbre. Los
pocos seguidores que se habían unido a la transmisión esperaban
ansiosos verlo. En la vida real era una persona tímida pero
accesible, en los directos era casi otra persona diferente, y la
gente lo adoraba por su facilidad palabras y cariño hacia el cine.
Pero nadie estaba preperado para lo que iba a suceder ese día.

    Justo cuando se disponía a iniciar la transmisión, saludando con su
habitual frase de inicio: “Hola, muy buenas noches a todos,
bienvenidos a….”, un trueno atronador retumbó en el cielo y la
lluvia comenzó a caer con intensidad contra el techo de la casa. El
repentino cambio en el ambiente lo interrumpió e hizo que parara su
frase a mitad. El sonido de las gotas de lluvia chocando contra la
ventana se mezcló con los truenos, creando un telón de fondo
funesto que sumergió la habitación en una inquietante
semi-oscuridad.

    Álvaro, mirando a la cámara de su ordenador, sonrió nerviosamente. “Parece
que la lluvia quiere unirse a la sesión”, bromeó, tratando de
mantener su calma ante el inesperado cambio de clima. Sin embargo, no
pudo evitar sentir un escalofrío que recorrió su espalda mientras
la tormenta continuaba en el exterior.

    Comenzó a transmitir en vivo. Había decidido para la ocasión traer al
público una de sus pelis favoritas, Nosferatu
el vampiro,1922, Friedrich Wilhelm.

    La pantalla de su ordenador mostraba el chat en tiempo real de sus
seguidores. A medida que
analizaba cada escena de la
película los comentarios de ánimo y emoción y alguna que otra risa
comenzaron a llegar.

    Pero la tormenta no estaba dispuesta a dejarlo en paz. La electricidad en
la casa parpadeaba y la conexión a Internet se volvía intermitente.
La imagen en su pantalla oscilaba y se distorsionaba, haciendo que la
película se volviera borrosa en los momentos cruciales. Álvaro
luchaba por mantener su compostura y continuar como si fuera una
noche cualquiera. Pero
no lo era.

    Mientras tanto buscó en el canal de noticias algún dato sobre el tiempo y se
hablaba de una borrasca en la zona que nunca antes se había visto en
esos lugares. Álvaro apenas podía escuchar las voces de los
presentadores con el estruendo del temporal, pero las imágenes
mostraban un sistema de grandes nubes negras que parecía haber
surgido de la nada.

    La sensación de que algo no estaba bien se apoderó de él mientras
intentaba continuar con su transmisión en vivo en medio de la
tormenta.

    A pesar de la creciente sensación de inquietud que lo envolvía.
El vendaval fuera de la ventana continuaba
su furia, iluminando y golpeando la habitación con destellos de
relámpagos esporádicos. La audiencia, que normalmente estaba llena
de comentarios emocionados, comenzó a mostrar signos de
preocupación.

«¿Qué está ocurriendo?¿Estás bien?» preguntaban en el chat. La
preocupación era compartida por otros. Álvaro trató de mantener la
calma y respondió: «Sí, todo está bien, solo un poco de mal
tiempo. Estamos bien aquí.»

    Pero las palabras tranquilizadoras no podían ocultar su cara
preocupación. No recordaba una tormenta como esta, daba la sensación
tenerlo aislado en su casa de campo. Los truenos y los relámpagos
parecían dirigirse directamente hacia su casa, como si estuvieran
rodeándolo y acechándolo. La tormenta estaba fuera de control,
parecía cobrar vida y no tener fin.

  Siguió visionando a duras penas la película mientras los comentarios de la
audiencia seguían llegando, pero ahora eran aún más extraños y
perturbadores. Comenzaba a sentirse vigilado, como si estuviera
atrapado en una pesadilla.

¿Alguien más ve estos comentarios?» preguntó reiteradamente, intentando
mantener la calma. La respuesta de sus seguidores fue abrumadora.
Nadie veía los comentarios extraños que señalaba y muchos
expresaron su preocupación por su seguridad. La sensación de
paranoia se apoderó de él mientras intentaba entender lo que estaba
sucediendo.

     Parecía estar atrapado en su transmisión en vivo mientras la tormenta
continuaba azotando afuera. La electricidad seguía centelleando, el
presentimiento de que algo oscuro y tenebroso se acercaba se hacía
cada vez más intenso.

    Poco a poco se sumió en una extraña sensación. Cada palabra que decía,
cada acción que realizaba, era anticipada por los miembros del chat,
sus seguidores escribían y respondían a preguntas que aun no había
dicho y aun seguián en su mente. «Sé lo que piensas» «Sé
lo que piensas» apareció repetidas veces en pantalla. Pero
cuando preguntaba quíen lo había escrito, el chat ignoraba sus
preguntas. La paranoia lo invadió, ya que cada vez se sentía más
vulnerable y abrumado.

    Los minutos se volvieron interminables y seguía luchando por comprender lo que
estaba sucediendo. Sentía que estaba siendo vigilado por una fuerza
desconocida que lo manipulaba.

    En un intento por romper este bucle aterrador, decidió despedirse de su
público. Se desconectó de la transmisión y apagó su ordenador.
Sin embargo, en lugar de encontrar alivio, se encontró atrapado en
la oscuridad de su habitación, con la tormenta bramando afuera.

    Un rayo rugió, iluminó su habitación por completo y su ordenador se
encendió sin que nadie lo tocara y se conectó a su transmisión.
Volvio a apagar el ordenador, esta vez desenchufándolo de la
corriente pero mientras estiraba del cable, otro rayo mas estruendoso
sonó fuera, sonó como el eco de un “Noooo” lejano y el
ordenador volvio a conectarse. Su mente comenzó a tambalearse.

    La tormenta continuaba su furia fuera de su ventana. Cada vez que
intentaba desconectar su transmisión en vivo o apagar su ordenador,
se encontraba de nuevo en la misma habitación, enfrentando los
mismos comentarios de su audiencia y las mismas acciones.

    Comenzó a cuestionarse su propia realidad, o simplemente se estaba volviendo
loco. La única certeza que tenía era que debía encontrar una
manera de salir antes de que consumiera su cordura por completo y
escapar de ahí.

    Se levantó de su silla con manos temblorosas y se dirigió hacia la puerta de su
habitación. La urgencia por escapar lo impulsaba. Sin embargo,
cuando intentó girar el pomo, una fuerza invisible pareció sujetar
la puerta con una crueldad inhumana. Cerrada con llave o no, la
puerta se resistía a ceder, sin importar cuánto hiciera o cuánto
sudor corriera por su frente. El pánico lo inundó mientras sus
gritos se mezclaban con el sonido de la tormenta afuera, creando una
cacofonía de rabia y desesperación.

Mientras forcejeaba, una descarga eléctrica salió del pomo y lo tumbó al
suelo, alejándolo y dejándolo incosciente unos segundos. Allí
estaba el, aturdido y dolorido, sin poder escapar.

    La habitación parecía menguar a su alrededor, y la tormenta, tenía el
control absoluto sobre su entorno que se revelaba cada vez más como
algo siniestro, rugía con ferocidad en el exterior. Con dificultad,
se levantó y volvió a su ordenador. Comenzó a notar patrones y
conexiones en las palabras y las frases que escribían sus
seguidores, fragmentos que parecían estar relacionados con su
situación. Los relámpagos iluminaban la habitación de manera
constante.

    Apareció, de repente un comentario que se repetía y repetía en la pantalla
que decía; «enfréntate a la tormenta”

    Se levantó de su silla angustiado, vaciló, se acercó y miró por la
ventana. Tenía miedo. La lluvia caía en láminas y los truenos
resonaban como tambores de guerra. En ese momento, sintió una
presencia oscura y siniestra que emanaba de la tempestad y lo
arrastraba directamente hacia ella.

    Abrió la ventana y dejó que el vendaval cayera sobre él. El agua lo
envolvía, y un sentimiento de conexión con algo más grande que él
mismo lo invadió. Sabía que debía enfrentar la tormenta de frente,
aunque no sabía qué consecuencias traería y su cuerpo, bien por el
agua o bien por el miedo, no dejaba de temblar y apenas le respondía.

    Se quedó petrificado al presenciar la transformación de la tormenta
justo delante de él en algo mucho más siniestro y poderoso de lo
que jamás había imaginado. Rayos y relámpagos danzaban alrededor,
formando un vórtice que lo absorbía hacia un abismo desconocido,
incapaz de resistirse a su poder, se sintió arrastrado hacia la
oscuridad. Era una batalla entre su voluntad de sobrevivir y un poder
malévolo e invisible.

    Dentro del vórtice de la tormenta, se encontraba atrapado y desesperado,
sintiendo cómo cada ráfaga de viento y cada rayo lo arrastraban,
como si estuviera siendo devorado por la propia furia de la
naturaleza. La tormenta lo acechaba, una entidad oscura que no solo
conocía sus pensamientos y temores más profundos, sino que parecía
nutrirse de su angustia, como si su miedo fuera su alimento en este
abismo retorcido y sobrenatural.

    La tormenta, en su furia se reía de su miseria, distorsionando la
realidad a voluntad y haciendo que cada paso que daba lo llevara más
profundo en un abismo de desesperación. Álvaro intetó correr y
huir pero cada intento de escape solo lo sumía en una pesadilla aún
más retorcida y aterradora


 Cada vez que intentaba buscar una salida, la
entidad lo arrastraba hacia nuevas pesadillas y horrores. En un
momento, se encontró frente a una puerta oscura que parecía ser una
salida de su habitación, pero al abrirla, se adentró en un pasaje
laberíntico que lo llevó a un pozo con aguas más profundas y
siniestras que la propia tormenta. Abrió otra puerta y se enfrentó
una criatura terrorífica de tres cabezas como salida del mismísimo
infierno que lo perseguía a través de un paisaje desértico con
dunas infintas repletas de huesos de esqueletos.

    No había esperanza de escapar, tenía la sensación que estaban pasando
años y todas sus acciones habían sido inútiles, estaba agotado por
completo. La desesperación lo inundó mientras enfrentaba el hecho
de que estaría atrapado en este mundo retorcido para siempre.

    La entidad oscura, consciente de su derrota, se manifestó ante él en
una forma que desafiaba toda comprensión. Era una figura sombría,
parecía tener forma serpiente con múltiples ojos rojos, una
criatura imponente como salida del averno que se cernía sobre él.
Su voz un siseo ensordecedor en su mente. «¿Por qué luchas,
Álvaro?» «Estás en mis dominios y aquí no hay lugar
para los vivos.»

      Las palabras retumbaron en su cabeza, llenándolo de un terror que
inmovilizaba su cuerpo, trataba de poner sus manos en sus oídos para
paliar el dolor y se rindió. Se dejó caer de rodillas en el suelo
retorcido y miró hacia arriba, hacia el sinietro ser que lo
observaba. «¿Qué quieres de mí?» preguntó, su voz
temblorosa en el quiebre de su desesperación

    La entidad sonrió, una carcajada soltó pero no era de este mundo, no
era humana, y el viento le sacudió con fuerza, como un huracán, era
más un gesto de satisfacción y triunfo que de alegría. “No
temas, Álvaro, serás parte de mi eterno espectáculo, y tu
sufrimiento alimentará a mis cuervos, solo observo de qué forma
quieres entregarme tu vida».

    Tras esas palabras, la entidad se desvaneció en la oscuridad, y una tormenta
rugió envolviendo a Álvaro y haciendolo desaparecer.

    A la mañana siguiente, la casa de campo de Álvaro fue el escenario de
una escalofriante escena. La policía, al principio pensó que era
algún tipo de broma, pero ante la insistencia de las llamadas de sus
seguidores preocupados por su desaparición y los extraños sucesos
que habían ocurrido en su última transmisión en vivo, decidieron
irrumpidir en su hogar.

    Los agentes derribaron la puerta de la habitación. Lo que encontraron los dejó
sin aliento y la luz de sus linternas temblaban en cada punto de
aquel lugar. La habitación estaba empapada en sangre, con manchas
que adornaban las paredes y el suelo. Frases macabras habían sido
garabateadas en las paredes con una escritura que parecía haber sido
hecha con sus propios dedos y sangre.

   Las palabras escritas parecían ser los comentarios que los seguidores
habían hecho en pantalla durante su última transmisión en vivo.
«¡Sal de ahí!», «¡La tormenta es peligrosa!»,
«¡Estás en peligro!», «¡Aparta de la venana¡»

    Pero lo que más asustó a los agentes de policia no fue la oscuridad del lugar,
ni las pinturas hechas con sangre, lo más escalofriante era el olor
del lugar. No olía a nada, ni aroma ni hedor, a nada. Era como estar
sumidos en el vacío.

   La policía se ritiró del lugar sin pronunciar palabra, decidieron en
silencio volver en la mañana pero no encontraron rastro de él.

Interrogaron a los vecinos y revisaron las grabaciones de la transmisión en vivo,
pero no pudieron encontrar ninguna pista que explicara lo que había
sucedido.

    La policía nunca pudo resolver el caso, la casa de campo fue abandonada
y marcada como un lugar maldito, una tumba silenciosa de una historia
que se convirtió en una leyenda urbana, una pesadilla que continuó
acechando a quienes la conocieron pero que poco a poco se fue
olvidando con el tiempo y aunque las heridas comenzaron a cicatrizar,
la sombra nunca desapareció por completo y nadie sabe lo qué
sucederá en la siguiente retransmisión cuando vuelva la tormenta.

Tened por seguro que todo esto ocurrió, porque yo estuve presente esa noche.

Fin.

poesía de autor, poesía emocional y otros relatos cortos

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