¿Quién quiere un llanto de segunda mano?
En esta tienda vacía
no vendemos consuelo
ni falsa alegría,
pero tenemos lágrimas en oferta,
en liquidación,
al peso, casi nuevas
por exceso de inventario.
Si compras hoy,
te regalamos las de anoche.
Son frágiles, saladas,
sirven para llenar vacíos
o puedes intentar sembrar palabras.
Tienen esquinas rotas,
bordes que arañan,
contagiosas,
se pegan al alma.
Las hay de sabores,
a promesa, despedida,
café frío, con excusas
o a madrugadas.
De varios tamaños,
transparentes,
pero en todas cabe el mundo.
Las guardo en racimos de cristal,
no tienen fecha de caducidad,
por si tú también lloras.
No las regalo, que al peso
de mi tristeza le puse un precio aproximado.