Me enamoré de ella,
de su boca pequeña,
de su mueca,
y sus besos,
de todo su infinito,
y me siento minúsculo,
en delirio.
Me enamoré,
de cada uno de sus pecados,
y solo pienso en hacerlos
míos.
Explorarlos uno a uno
y sentir la vulnerabilidad
de cada fragmento
con mis dedos.
Someterme a ellos
y recorrer las cicatrices
de su pecho,
amándola entre mis brazos,
rodearme de su
complejidad,
y entregarme entre sábanas,
a la oscuridad,
a sus deseos,
hasta el renacer
con el alba
de nuestros cuerpos.