El amor, a veces, es una vieja canción
que se repite frenéticamente
en silencio en nuestra memoria,
pero las notas ya no vibran en el corazón.
No puedo ilusionarme de ti,
aunque tus palabras se desplomen,
como aguacero en calma,
e inunden sin descanso mi pecho,
aunque tu risa desnuda irrumpa
en los pasillos silenciosos de mi voz.
Hay algo en mí que sabotea el deseo,
una grieta oscura
que se desmorona en este aire callado y frío,
una llama herida que no termina de crecer
pero recuerda tu nombre encendido en mis labios.
No me puedo permitir sentir de nuevo,
me arrastra el agotamiento de haber esperado,
el vértigo de haber soñado en exceso,
y crece el miedo que no puedo retener,
el miedo a perderte otra vez en la noche,
cuando el día aún no ha terminado de arder,
sobre las cenizas que se niegan a extinguirse en mi piel.