No sé si tañe mi verbo en tus palabras,
el tuyo reposa en mis labios,
pero aquel día,
te convertiste en mi verso,
y trocaste mi caminar,
aquella tarde tranquila,
de solitario viajero,
con errático peregrinar,
fortuita bajo el cielo,
maldita sobre mi piel,
en cada suspiro,
mi pecado,
mi modo de amar.