Recuerdo aquellas noches,
cuando sellabas tus labios,
con una mueca tímida,
una sonrisa quebrada,
cómplice de una despedida.
Era el final de un eclipsado día,
anunciando la hora de una partida,
mientras mis deseos te envolvían
tejiendo un reloj de arena en tu piel.
Lo que no sabías,
es que yo pasaba horas enteras contemplándolos
mientras dormías.
Un velo de cristal te rodeaba
mientras lidiaba con mis latidos,
temeroso de que te despertaran.
Viví cada día
esclavo de tus sueños y mi vigilia.
Sueño con aquellas noches,
atravesando el mar en secreto.
hacia tus labios desnudos,
desde el otro lado del mundo,
los confidentes que aplacan mi pecho.