Si visitas la imponente Mezquita,
bien entrado el medio día,
y entre su milenaria piedra,
clavas tu emocionada mirada.
Ponla también en tu monedero,
porque en ella una sombra habita,
con afilado palique y don lisonjero,
como el aguijón de una avispa.
Te ofrece unas ramitas de romero,
mientras lee las líneas de tu mano,
y bajo el amparo del amor verdadero,
el dos de bastos anidará en tu billetero.
Una vez, una anciana,
de arrugada frente y lijada mirada,
me leyó la palma, mientras me sonreía:
-Que un día mi gran amor conmigo se reuniría-
-Que por mi salud ella y dios velaría.-
Y si yo no me guardase tan bien la vista,
juraría que ella también,
mi fortuna custodiaría.
Tomé la mano de la buena mujer,
y agradeciéndole tan desinteresado augurio,
deslicé unas monedas en su hatillo.
Sellé nuestro contrato,
con un beso en su labrada frente,
y partí en búsqueda, de tan buena suerte.
y partí en búsqueda, de tan buena suerte.
me costó entender el robo… jajaja… no entendia muy bien k pintaba el monedero en tan bella descripción…majo
jajaja que buena, no te puedes despistar, ya ves que en cualquier sitio te puede robar…jajaja Marga.
me costó entender el robo… jajaja… no entendia muy bien k pintaba el monedero en tan bella descripción…majo
jajaja que buena, no te puedes despistar, ya ves que en cualquier sitio te puede robar…jajaja Marga.