Te amo más allá de los meridianos
enmarañados de tu negro cabello
transformados en un atlas
que recorren mis dedos
como un ejército de cartógrafos ciegos.
El amanecer nos recuerda,
por azar o destino,
que el día también arde
más allá de nuestras desordenadas sábanas,
esperando que no traicionemos a su cita.
Pero aquí seguimos,
dos anónimos sin miedo,
haciendo planes, ajenos al tiempo,
con nuestras propias reglas,
ignorando al mundo tras las cortinas,
surcando olas entre las páginas del calendario
dejando un rastro imborrable en el horizonte
que juntos trazamos con nuestros cuerpos.