Te fuiste,
y en tu partida me dejaste
extraviado en una frontera entre los días,
bajo un árbol que olvidó respirar.
Sus ramas colapsan como manos vacías,
y ya no sabe cómo crecer.
No florecen mentiras
con las que cubrirme,
ni raíces que morder.
Observo sobre la tierra
una lágrima seca, sedienta de olvido,
un secreto disfrazado de mi rostro
esperando tu regreso
que no supo cómo escapar.
Ya no sé si merezco tu vuelta,
brotan espinas
refugiadas en mi garganta.
Varado, de rodillas,
como una marioneta rota,
recubro mis heridas
bajo la bruma pesada y gris de un cigarro.
Creo mis propias sombras
para dar cobijo
a lo queda de mí.
Te fuiste,
y ahora sólo soy
un pensamiento olvidado en la distancia
esperando que tu memoria me devore.