Tu amor irrumpió
como el estallido de un trueno,
hendido en la carne del aire,
Eras lluvia que cae,
viento que arrancaba la razón.
Río de furia,
desgarrando todo a su paso
como cuchillas de obsidiana,
desollando la piel del suelo.
Te amé como se ama
la vastedad de lo incierto,
con la boca llena palabras,
selladas por el viento,
con los ojos cerrados,
atrapado en un incendio geométrico
por los vórtices de mi pecho.
Con el corazón desbordado
el cielo exhaló su último rayo
y todo cesó.
Mis lágrimas te buscan,
testigos fósiles de tu adiós.