Tus besos se volvieron estelas imprecisas,
perdidas en la oscuridad infinita del mar,
deseos que naufragan sin sombra,
un sabor amargo que nunca se va.
El tiempo presente se detiene,
contemplo olas de fuego arder,
cenizas de un lugar que no existe,
la marea insiste, azotando el ayer.
La memoria confusa persiste,
difusa, respira en mi garganta,
bebo de un reloj de arena vacío,
el último trago de embriaguez.
Solo queda el recuerdo cruel que se ha ido,
de tu boca, sigo teniendo sed.